Nick Kyrgios (Canberra, 1995), jugador
altanero, de genes griegos y malasios, los que heredó de sus progenitores; un
tenista tan insultantemente talentoso como irreverente. Pues bien, en estos
días londinenses, al bueno de Nick le ha dado por sacar la vena pendenciera que
lleva dentro. En semejante marco, donde la norma es la base de todo
funcionamiento, le ha dado por hacer sus fechorías. La última de ellas,
cometida el pasado viernes, concluyó con su raqueta en la grada. Y, claro, con
la sanción arbitral correspondiente.
Es la tercera que
suma, una por cada uno de los partidos que ha jugado. En su primer duelo ya
infringió el código de conducta al negarse a jugar después de una discusión de
uno de los jueces de línea; dos más tarde recibió otro toque de atención del
árbitro por mascullar algunos improperios en dirección a uno de los asistentes;
y en la última ocasión, el número 20 del ránking fue sancionado con otro warning por malos modales.
0 comentarios:
Publicar un comentario